Nos cuesta demasiado caro darnos cuenta, asumir, en hechos, no sólo en dichos, que la unidad es el camino de la solución de los grandes problemas.
Hoy sobre el 95% rechaza el vandalismo. Hoy prevalece la honestidad -a pesar de las legítimas necesidades que tenemos- . Hoy gana la cooperación humana, esa que no discrimina según credo religioso, político, posición social.
Donde no preguntamos la nacionalidad del otro para ayudar o que nos ayuden. Así agradecemos la cooperación internacional venga de donde venga.
Hay y habrá quienes a pesar de esta desgracia quieran sacar provecho material, pero la gran mayoría, desde el más humilde hasta la gran empresa pasando por el estado, ha asumido la actitud de la solidaridad y el apoyo mutuo.
Ojalá que este espíritu, esta actitud de unidad prevalezca en el tiempo, se fortalezca y no se diluya hasta la próxima catástrofe natural.
Por eso se adhiere a una campaña donde dice: Chile ayuda a Chile. Esa es la clave de nuestra razón de ser: ayudarnos.
No en vano con la gente que trabajamos en un proyecto de un Chile distinto y mejor, nuestro eslogan ha sido y es: «la solución somos todos».
Sigamos haciendo crecer la inclusión versus la exclusión, el trato igualitario versus la desigualdad, la cooperación sobre la mezquindad, la unidad sobre el individualismo, lo humano sobre lo material.
Ojalá seamos capaces de asumir que los grandes problemas son colectivos y por lo tanto se solucionan colectivamente, más allá de nuestras legítimas diferencias está la cultura de la integración, del trabajar unidos. Nadie pregunta o destaca el color político del gobierno de turno que le ha tocado atender las emergencias, nadie cuestiona el corte político del que le seguirá tocando atender muchas urgencias a la vez.
Pero más allá de las autoridades, más bien con ellas, con la empresa privada, está la sociedad civil que una vez más nos estamos demostrando que cuando queremos podemos. Así ha florecido la cooperación comunicacional para ubicar a gente, compartir imágenes de desgracias, pero también de apoyo. De generar caravanas de ayuda. De compartir y orientar con información.
Es una sensación de impotencia de tener sólo un granito de arena para dar, es un mundo maravilloso darlo, compartirlo con los demás, por el simple hecho de que son personas como uno, no más no menos.
Es bonito ver como las iniciativas de solidaridad crecen, la clave es mantenernos así de unidos en el tiempo y no sólo cuando haya mal tiempo.
Agradezcamos humildemente la ayuda internacional, nacional finalmente humana venga de donde venga. Demos ayuda como podamos lo que podemos hacer mejor a quien la necesite.
Nada más maravilloso que ayudar a ubicarse entre parientes o amigos desesperados por saber del otro, o enviarles una frazada de esperanza, de que habrá que comenzar en muchos casos de nuevo, en algunos casos desgraciadamente con pérdidas humanas, pero que la vida continúa y que tenemos la oportunidad frente a un Antes y un Después de hacer un mejor país.
De nosotros depende, individual y colectivamente.
Un abrazo fraternal
Gonzalo Meza Allende
experienciayreflexion@gmail.com
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